Ojos



Ey, ojos.
Vos, sí.
Casi cierro y cancelo, de tanta agua que había pasado bajo el puente.
Y de mis ojos, ni hablar: dos frutillas que arden de tanta sal.
Pero pasó.
Todo pasa porque se termina, o porque ocurre o porque vuela, rasante, al lado nuestro.

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