Cuaderno de Anya / IV, V, VI



IV

Surge en la incomodidad del apriete, en la garganta en ciernes

o en el único hilo de aire colado

Me fijo, en el intento, en el rulo logrado de la vecina de mesa

Situación:

Doce menos cinco

arreglo floral en la cabeza, los desteñidos del día anterior y los poros, todos cubiertos

A las doce, ahí

chaleco sin mangas, de piel blanca, de acrílico

Hay otra que llega

el mismo rulo cenizoide en el pelo

Es distinto el tono y el balanceo sobre la mesa,

va

y vuelve

sobre la mesa

va,

sorbe del vaso apretado

y veo, en el apriete, mi garganta en ciernes,

La tarde y la noche vienen

sólo un hilo de aire se cuela en pausas geométricas

Se amplía la actitud del que escupe la vidriera

(cuatro presas para dos y el otro, nada)

intercepta el ahogo con otras necesidades

Estoy en el bar de la esquina de la plaza

Viene otra, una tercera

Me quedo a esperarla o al gabán ocre y su olor

Mejor pago, escatimo el retrato

Me voy.

 
V
Las cartas peladas
Algunas marcadas

El esbozo de una esquela

El marcado de la frontera

Una línea de piedras azules



Tiene zafiros incrustados en los ojos

y un rocío de líneas de oro en la cara

Entrelazos de espinas con charque en el pelo

las moscas se posan en los zafiros, en la herida del costado



Lo desespinaron

Es un derretirse paulatino sobre la cruz

Se yerguen los zafiros solamente



A la noche nadie duerme

Una de las piedras mira y el escurrido se deja ir hasta el suelo

Me llevo los zafiros y dejo que el otro se cuele por las hendijas del pasto


VI

El recorte de uno contra una superficie

o el contorno de los dedos que trazan la caída de un lápiz o un pincel,

justo cuando alguien entra en la tarde



labrada la mano con un cincel fino,

escarbados los surcos,

marcada la pisada en la puerta

una bandada pasa

y se espanta con aplausos y estruendos



los ojos se dejan caer sobre la hora uno y la hora dos

la mano no reconoce esos dedos

la pose se encorva sobre un papel

el rol cumplido, la afirmación intacta



es un acopio de segundos

sin bandadas ni pinceles

ni intersecciones de tardes y personas

la superficie se integra con la figura y pasa desapercibida

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