Buena Letra (Episodio 1)

El flash del teléfono celular le llama la atención mientras separa minuciosamente las piedras rosas de las violetas. En el arenero HAY piedras rosas y violetas, a pesar de la opinión, controversia y debate que este tema cada tanto genera en la sala de cuatro. Las piernas dobladas en V hacia atrás. En una mano, el balde rojo. En la otra, el verde. Es obvio para ella que las piedras violetas van en el balde verde y las rosas en el rojo. El flash de la cámara del teléfono celular ahora le molesta. No es parte del arenero ni de la trepadora ni de las baldosas del patio y mucho, mucho menos, del tobogán. Es un ojo que mira sin mirar. Y además ella nunca ve esas fotos. Capaz que es todo puro cuento, como Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratón ese que deja plata bajo la almohada. Otra vez el destello. Esta vez, es un rayo blanco que la enceguece. Es la gloriosa hora del arenero y la mujer con el teléfono la apunta y flash, flash, flash. ¿Será que esto de separar las piedras por color es tan interesante que la señora del teléfono no puede parar de apretar y apretar el botoncito? A pesar de todo, el útimo flash tiene un destello turquesa realmente hermoso. Incluso ve pececitos y el mar y el faro que en los veranos se prende, frente de la casa de la abuela, en el mar.
Corre para alcanzarlo.
Abraza a la señora del celular por la cintura, que es donde su escasa altura se lo permite. Y entonces el celular vuela. Sí. Vuela por el aire, bien arriba, hasta las nubes. Y baja. Estruendo, gritos, una pantalla rota. Está ahí caído en el piso del patio y todos se acercan a mirarlo como si fuera una pájaro muerto. Le incautan las piedras, la llevan a un cuarto con un escritorio y más señoras. Le dicen que ESO no se HACE. Omiten explicar
ESO
y
NO
y
SE HACE

¿Le devolverán las piedras violetas al menos?
La señora del celular le muestra el aparato roto, una y otra vez. Sin embargo, para Nina sobrevive el destello de lo imposible, de las cosas inalcanzables.

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